Inspirada en la historia del pulque, la obra presenta a una mujer que se apoya y abraza sutilmente a una serpiente y con un gesto grácil nos muestra su perfil izquierdo mientras parece buscar algo con la mirada.

Se trata de Mayahuel, que con serenidad voltea a ver a un grupo de conejos que también la observan y aparecen como pasajeros de las pencas que se van formando a partir de ella al mismo tiempo que es acompañada de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, quien fuera su amante hasta que algunos demonios descubrieran su romance y acabaran con ella, después de lo cual es transformada en Maguey.

Ella nos brinda una gota de la luna que tiene entre los dedos, esa gota es el Pulque, un regalo de alegría a los hombres, que también da vida a los cuatrocientos conejos o personalidades de quienes bebieran dicho elixir.

Del lado derecho está lo terreno, el maguey, los conejos, la misma gota de pulque; al centro, ella coronada como diosa con una espiral de conejos que formará un quiote; y del lado izquierdo, lo inmaterial, un dios en la fantástica forma de serpiente emplumada, con quien, a pesar de todo, al final, ella aún podrá vivir un romance eterno.